El Clúster de Salut Mental entrevista a Anna Paré
Entrevistamos a Anna Paré, gerente de Nutresalut, para hablar de alimentación y salud mental.
Una adecuada alimentación contribuye a un mejor estado de salud general y también de salud mental y lo hace por diversos mecanismos.
En primer lugar, el cerebro utiliza una elevada proporción de energía y de nutrientes por su buen desarrollo y funcionamiento. En segundo lugar, los hábitos alimentarios, y a la vez influye en el riesgo de trastornos mentales. Se ha observado que las personas que siguen el patrón de la dieta mediterránea tienen menos riesgo de tener depresión, Alzheimer e incluso un menor deterioro cognitivo.
¿Cuáles son estos nutrientes que se consideran esenciales para el cerebro?
Las grasas omega-3 por ejemplo y más concretamente el ácido docosahexanoico también conocido como DHA, que es el más abundante en el cerebro. Estás grasas son transferidas de la madre gestante al feto para favorecer la correcta maduración y desarrollo del tejido cerebral y contribuyen a un mejor aprendizaje. Se ha demostrado que un adecuado aporte de grasas omega-3 es importante en todas las edades, porque favorecen la fluidez de la membrana celular y esto influye una correcta transmisión neuronal y nerviosa. Un elevado consumo de omega-3 y especialmente DHA está relacionado con un menor riesgo de depresión, menor deterioro cognitivo y menor riesgo de demencia y enfermedad de Alzheimer. Aunque el DHA puede ser sintetizado en el organismo, no es suficiente y hay que aportarlo a través de la ingesta de pescado azul, algas marinas, alimentos enriquecidos o complementos alimenticios.
Otro ejemplo es la curcumina, un polifenol de la cúrcuma que tiene actividad antiinflamatoria y antioxidante. Es actualmente uno de los principios vegetales más estudiados y se ha visto que tiene acción neuroprotectora, inhibe la formación de placas de amiloide y reduce la inflamación cerebral. También hay estudios realizados con personas sanas que muestran como la curcumina mejora el estado de alerta, la memoria de trabajo y la concentración. El problema de la curcumina es que tiene muy baja absorción intestinal y rápidamente es metabolizada en el hígado y sus metabolitos no son activos. Por eso hay que tomarla en forma de complemento alimenticio y buscar un producto de calidad, con estudios de absorción y biodisponibilidad, que demuestren que puede llegar a los tejidos y donde interesa, al cerebro. Y eso significa atravesar la barrera intestinal, permanecer suficiente tiempo en plasma y atravesar la barrera hematoencefálica.
¿Las enfermedades mentales afectan a la forma de alimentarse?
Si, debido a la enfermedad o al tratamiento farmacológico puede verse afectada directa o indirectamente la alimentación.
En personas mayores que padecen algún tipo de enfermedad neurodegenerativa, es muy frecuente que presenten dificultad por tragar. Es lo que se conoce como disfagia y puede llegar a afectar 8 de cada 10 pacientes. El problema de la disfagia es que tiene una importante repercusión en la calidad de vida de los pacientes, que al no poder tragar correctamente empiezan a perder peso con riesgo de desnutrición y deshidratación, o sufren infecciones respiratorias por broncoaspiración que pueden comportar la muerte. Es muy importante en estos casos detectarlo a tiempo y adaptar la textura de la dieta según las necesidades de cada paciente.
¿Están conectados el intestino y el cerebro?
Efectivamente, de hecho el intestino está considerado el segundo cerebro. Hay toda una red de neuronas que envuelven el intestino de manera idéntica a las neuronas cerebrales y que utilizan los mismos neurotransmisores, hormonas y señales químicas, conectando estos dos sistemas nerviosos.
Todos hemos experimentado alguna vez esta conexión. Por ejemplo cuando estás nervioso, tienes retortijones y diarrea, o cuando estás enamorado, sientes como mariposas en la barriga. Por otro lado, cuando hay disbiosis y el intestino está inflamado, el estado de ánimo se ve alterado.
Esta conexión está muy estudiada en personas con síndrome de intestino irritable o con enfermedades inflamatorias intestinales, como el Crohn y la colitis ulcerosa. En todos estos pacientes hay una mayor prevalencia de depresión y ansiedad. Y de hecho son pacientes que cuando tratas su intestino, mejoran su estado de ánimo.
¿Qué es la psicobiótica? ¿En qué se basa?
El término psicobiótico fue descrito por primera vez en 2013 como el conjunto de microorganismos vivos que al ser ingeridos en cantidades adecuadas pueden resultar beneficiosos para la salud de las personas con enfermedades psiquiátricas. Hacía referencia a un grupo de probióticos capaces de producir sustancias neuroactivas como la serotonina o el ácido gamma-aminobutírico, dos neurotransmisores relacionados con trastornos de ansiedad, tristeza y depresión. Era la primera vez que se relacionaba la microbiota con la salud mental.
Posteriormente, en una revisión de diversos estudios con probióticos para la depresión se relacionaron algunas especies de microorganismos con una reducción de los síntomas de depresión y ansiedad.
Finalmente, se ha empleado la definición de psicobióticos para incluir también otros compuestos presentes en la alimentación que pueden influir en el microbioma intestinal en beneficio de la salud mental.
¿Dónde encontramos estos psicobióticos?
En la alimentación y también en complementos alimenticios. Los encontramos en alimentos ricos en fibra fermentables como por ejemplo la alcachofa, el puerro, los espárragos, la avena, las semillas de linaza y chía, y alimentos ricos en polifenoles como los frutos rojos, el cacao y la cúrcuma por citar algunos ejemplos. También en alimentos fermentados como el chucrut, el te Kombucha, la cerveza, el miso y el tamari. Pero hay que tener en cuenta que no tienen que estar pasteurizados, si no las bacterias ya están muertas.
A veces hay que consumirlos en forma de complementos alimenticios. Hay meta-análisis publicados que muestran la relación entre determinados probióticos y la mejora de trastornos mentales como la depresión. Por eso ya hace unos años que se recomiendan como tratamiento coadyuvante para promover la salud mental.
Todavía queda mucho por aprender y hay que seguir estudiando los complejos mecanismos mediante los cuales la microbiota intestinal puede modular nuestro estado de ánimo.
La entrevista publicada por el Clúster de Salut Mental está solo en catalán: